En escena – Juliana Ballesteros

Avanzar superando cada desafío

Juliana Ballestero es integrante del Departamento Femenino y vive en la localidad de Ramos Mejía, del Gran Buenos Aires.
En esta edición de «En escena» te invitamos a conocer su experiencia de revolución humana y cómo transformó positivamente
su vida mediante la práctica budista.

Humanismo Soka: ¿Cuándo conociste el budismo de Nichiren?

«Conocí la práctica budista en 1989 durante mi adolescencia, gracias a un compañero de la secundaria. En ese momento, me encontraba atravesando una depresión muy grande debido a la pérdida repentina de mi madre, y luego la de mi abuela. Esta situación provocó que, durante mi infancia y juventud, me mudara de casa en casa y muchas veces estuviera sola, sin la supervisión de adultos. Constantemente estaba expuesta a situaciones de riesgo y sentía una profunda angustia».

Juliana nos cuenta que al comenzar la práctica, se sintió muy familiarizada con los principios budistas. Fue así que enseguida comenzó a participar en las reuniones de diálogo en un han del barrio de San Telmo. Todas las semanas se desafiaba en participar armando souvenires o compartiendo una frase de aliento.

«En 1992, comenzaron los ensayos para el 11.° Festival Soka de Jóvenes por la Paz del Mundo que se realizaría en el Teatro Coliseo, donde me invitaron a participar. Si bien era muy tímida y por ello tenía miedo de no poder ser constante y abandonar al poco tiempo de sumarme a los ensayos, decidí desafiarme. Venciendo mis temores, me esforcé en participar de las actividades y el 18 de febrero de 1993, formé parte del coro de jóvenes durante la visita del maestro Ikeda a la Argentina. Esta experiencia fue sumamente significativa en mi vida, a partir de la cual generé un punto de partida para vivir mi juventud libremente y con mayor alegría. 

Dos años más tarde, en 1994, decidí recibir el Gohonzon, lo que me permitió expandir aún más esta transformación que estaba generando en mi vida. Concreté un trabajo soñado que me permitió independizarme y consolidar valiosas amistades en todos los ámbitos donde me encontraba.

Al ver este rotundo cambio, mi padre, que ya participaba de las reuniones, también decidió ingresar a la Soka Gakkai y recibir el Gohonzon en el año 1998. Al poco tiempo, comenzó a ofrendar su casa para los zadankai y a repartir la Humanismo Soka.

Si bien durante mi juventud tuve que atravesar situaciones muy duras, entre ellas depresión y ataques de pánico, gracias a haber conocido la práctica y profundizar el aliento del maestro Ikeda, comprendí que no había angustia que no pudiera superar por medio de de la fe. Siento que el hecho de entonar Nam-myoho-renge-kyo y participar siempre de las actividades -a las cuales nunca faltaba más allá de cómo me sintiera en ese momento-, fue lo que me permitió conseguir los mejores profesionales para tratarme. A su vez, agradezco profundamente el constante aliento de mis queridos compañeros de la Soka que me apoyaron siempre en cada momento.

Entre 1998 y 2003 viví en Brasil junto a mi pareja de ese entonces, donde participé en el Departamento Femenino de allí. En el último año entonaba daimoku con el objetivo de volver a la Argentina y encontrar un trabajo que me permitiera ayudar a los demás y a la vez, seguir esforzándome en pos del kosen-rufu».

Fue así que en 2003, Juliana volvió a la Argentina y fue contratada en un organismo público, en el área de Atención al Público. En ese momento, en las actividades de la Soka se desafiaba como coordinadora de han en la localidad de Ramos Mejía y gracias a este esfuerzo sostenido fortaleció su  convicción de avanzar frente a los nuevos retos que tenía en su vida.

HS: ¿Cómo fue tu desafío en lo laboral y durante los últimos años?

«Lo primero que tuve que enfrentar fue mi inseguridad, debido a que el trato, tanto con mis compañeros como con el público, por momentos era difícil. Poco a poco, fui modificando esta situación a través de esforzarme en el daimoku por la mañana, en emprender el diálogo con valentía y en ganarme la confianza de mis allegados. Cada vez que surgía un inconveniente me sentaba frente al Gohonzon, recibía el aliento de mis compañeras de la Soka y, una vez más, renovaba mi decisión de contribuir a la felicidad de las personas a través de mi trabajo, sintiendo un profundo  agradecimiento de estar ahí.

Gracias a ese desafío, pude compartir el budismo de Nichiren a muchos de mis compañeros, y en 2019 el hijo de una de ellas recibió el Gohonzon. Por otro lado, en los años 2017 y 2019 pude concretar un ansiado sueño: viajar a Japón, la tierra de mi maestro y realizar daimoku de juramento en el Daiseido –Sede Mundial del Gran Juramento del Kosen-rufu-.

En ese entonces, las distancias que tenía que recorrer entre el trabajo y las actividades de la Soka eran muy grandes, pero decidí aprovechar esta situación para realizar llamados telefónicos, enviar mensajes y utilizar cada momento disponible para alentar a una persona más. En paralelo, me desafié en participar en los diferentes grupos culturales y logísticos de la Soka Gakkai. Actualmente, integro el grupo Cisne, encargado de embellecer los Centros Culturales. Cada uno de los grupos donde participé me dejó entrañables amigos junto con quienes pude profundizar y acercarme al corazón de nuestro maestro.

A raíz de todo ese esfuerzo, concreté mi pase desde la sede donde trabajaba en Moreno hacia el Palomar, localidad que me queda mucho más cerca para realizar todas mis actividades luego de la jornada laboral.

Asimismo, gracias al aliento de mi maestro y de mis compañeros de la Soka, pude desarrollar una gran fortaleza para enfrentar la pérdida de mi padre en 2019, y ese mismo año, una separación. Al poco tiempo, llegó la pandemia y tuve que hacerle frente a la sensación de soledad. Pero al estar conectada con mis compañeros de fe y mis amigos mediante el Zoom y Whatsapp, logré transitar ese momento con mucho agradecimiento a los sinceros vínculos con tantas personas que me apoyan. A través de desafiarme en el daimoku que realizábamos todos juntos a la distancia, y la lucha que emprendimos las integrantes del Departamento Femenino, pude comprender con mi vida cómo la práctica nos permite extraer una fortaleza interior inimaginada, partiendo de las pequeñas victorias en la vida cotidiana. Se trataba de esa fortaleza que siempre había anhelado construir en mi juventud».

A comienzos de este año, Juliana sintió mucha incertidumbre en su trabajo, ya que se había anunciado una reducción del personal. Pese a los años que llevaba en el puesto, tenía la preocupación de verse afectada por esta situación. Sin embargo, decidió tomar las actividades como el motor para convertir esa dificultad en un rotundo triunfo. 

«Toda esta batalla surgió en medio de los preparativos para la Cumbre Soka 2024 «Mi Maestro», a la cual decidí volcar mi mayor esfuerzo sintiendo un profundo agradecimiento por haber sido contemporánea a nuestro querido maestro Ikeda. 

A través de renovar mi decisión, compartiendo junto a los jóvenes, dejé de sentir miedo por lo que pudiera pasar –ya que tenía el Gohonzon, a mi maestro, a mis compañeros de fe–, y decidí que podría salir victoriosa de cualquier situación que se presentara en el trabajo. El hecho de no experimentar temor ya era una profunda prueba real. 

En medio de este desafío, a fines de febrero, mi supervisor fue promovido y tanto él como mis compañeras decidieron que yo sería la próxima Supervisora del Sector. El nombramiento fue el 27 de febrero, día del cumpleaños de la señora Kaneko, esposa del maestro Ikeda, lo cual me colmó de agradecimiento. Este gran beneficio surgió en el momento más difícil, y fue una profunda alegría poder compartir con todos en mi lugar de trabajo esa felicidad.

Mis tres sobrinos pudieron asistir a la Cumbre Soka, y recientemente una compañera de trabajo con su hijo participaron en una reunión de budismo en el Centro Cultural del Oeste. 

Actualmente, me estoy desafiando en aprender a manejar y concretar mi auto para realizar las actividades de la Soka Gakkai.

 

Mi decisión es continuar luchando cada vez más comprometida con la felicidad de las personas, dando a conocer el corazón del maestro Ikeda en cada lugar donde esté, brindando esperanza a cada persona que tenga enfrente. 

Para finalizar, quería compartir un aliento del maestro Ikeda que siempre atesoro: “Cuando decimos o escuchamos la palabra ‘Gracias’, se nos cae la armadura del corazón y nos comunicamos en el nivel más profundo. ‘Gracias’ es la raíz de la no violencia. Contiene respeto hacia el otro, humildad y una profunda afirmación de la vida. Irradia un optimismo positivo y activo. La persona capaz de decir ‘gracias’ de manera sincera, tiene un espíritu sano y vital; cada vez que la decimos, nuestro corazón rebulle y nuestra vitalidad se eleva poderosamente, desde lo más hondo de nuestro ser”».¹

1 IKEDA, Daisaku: La sabiduría para ser feliz y crear la paz, Buenos Aires: Azul Índigo, 2022, vol. 2, pág. 234.

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